miércoles, 25 de noviembre de 2020

PROGRAMA DOBLE: “Doble Personalidad” — VIC LOGAN___ “Mr. Kyle No Contesta” — CLARK CARRADOS

Hoy comentamos dos novelitas que tienen algo en común: ambas son novelas negras que sus respectivos autores han colado en colecciones que no son de dicho género. Una es un sello de terror y el otro de artes marciales, pero allá que van la señora Logan y el señor Carrados a desarrollar sus clásicas tramas policíacas sin demasiado rubor. ¡Bien por ellos!

En el caso del “noir” de la señora Victoria Rododera (Horror, 24. Producciones Editoriales) – supuestamente de terror con asesino en serie, pero ya les digo yo que no-, camina por derroteros muy de moda en esta época (primeros de los 80) del protagonista que llega a pensar que es el asesino. Ya sabéis, un falso auto-culpable, que tiene clásicas lagunas de memoria precisamente en las horas y momentos de la noche en que los crímenes tienen lugar. No os destripo nada porque, pese al oficio y buen hacer de Logan, la trama es más que predecible; y una pena, porque se lee con mucho gusto, la prosa es muy cuidada, tiene el clásico enredo de muchos personajes propio de la buena novela negra y, ante todo, unos crímenes bastante sórdidos que incluyen mutilaciones de piernas, brazos e incluso senos. A destacar también que en un momento dado el protagonista decide irse de viaje, para despejar el cerebelo, a… ¡España! Lo que nos brinda un par de localizaciones turísticas patrias que, obviamente, la autora de falso nombre Logan conocía más que bien. En general entretenida obra, si decides dejarte llevar y hacerte el tonto sobre la identidad del verdadero culpable. Me gusta mucho también la portada, por desgracia de autor desconocido. 
 
En cuanto a la novela de Carrados (¡Kiai! Héroes de las Artes Marciales, 79. Bruguera), autor que para mí se desenvuelve muy bien en el “noir” y la “space Opera” (en el terror ya me resulta bastante menos grato), Luis García Lecha nos entrega un clásico “hard-boiled” con duro periodista detective envuelto en una noticia bomba que concierne a la herencia de un empresario millonario, misteriosamente desaparecido años atrás. Hay dos peleas con artes marciales en toda la trama, y una referencia a que el protagonista se desenvuelve muy bien con las patadas voladoras y tirando “shurikens”. Por lo demás, todo son añadidos postizos para que le aceptaran la novela en una colección enfocada al karate, al judo y derivados, y lo que de verdad le interesa a Carrados es una trama sucia y criminal con  investigador a prueba de bomba, prostitutas de corazón de oro (bajo generosos escotes incitantes) y maleantes contratados para eliminar al protagonista en cualquier momento que la trama requiera un poco de meneo. Un misterio de habitación cerrada en torno al enigmático secuestro del millonario le da una buena salsa a la divertida trama. Pura novelita de trama, de hecho, cosa que tampoco está mal.

domingo, 22 de noviembre de 2020

“SOY YO, LA MUERTE” — ADA CORETTI (Selección Terror, 461. Bruguera)

Me temo que a pesar de esa portada absolutamente soberbia estamos ante la enésima trama de herederos en casa aislada que la Coretti tanto frecuentó. Pero es que esa prístina inocencia (o ganas de troleo) del portadista me llevan a dedicarle una entrada a esta, por lo demás, entretenida y tópica trama de whodunit campestre. De hecho, el esquema de Tía moribunda y sus tres sobrinas sospechosas –a lo “Rey Lear” en femenino y en novela negra- ya había sido usado anteriormente por la propia Echevarri. Esa sosería argumental, que además nos trae a la Coretti más académica y alejada de esa otra Coretti de tripas e higadillos que tanto nos gusta, resulta a ratos tan desangelada que tienes que consolarte a veces cerrando el bolsi y contemplando, una vez más, esa magnificencia portadil (¿No decíais que a veces las “covers” de los bolsis no tenían nada que ver con el contenido? ¡Pues toma dos tazas! Esta tampoco… pero con el título sí, de esa ridícula y maravillosa manera). Bueno, intento dejar el síndrome de Stendhal y concentrarme. Señora mayor de corazón débil, pero de cuenta corriente muy sana, recibiendo ataques de susto en su mansión a lo “Luz que Agoniza”, por aquello de que estire la pata y afloje de una vez. Para ello muñecos ahorcados descolgándose por ventanas, cadáveres de cabezas que ruedan por las escaleras en los mejores momentos y, lo más Coretti de todo, esa mano cercenada que el villano emplea para acariciar la propia mano de la señora amenazada. Pero a pesar de estos efectos gore la verdad que sangre poquita, y sí mucho sobresalto sónico, casa aislada por la nieve y la milagrosa aparición de un detective que pasaba por allí y acaba resolviendo el misterio. Un no parar de leer y un entretenimiento digno. Pero que palidece ante (sí, otra vez) esa portadaza que me dan enormes ganas de enmarcar y poner al lado de mi ordenador.