jueves, 30 de abril de 2020

“UNA TUMBA POR DELANTE” — RAY LESTER (Punto Rojo, 764. Bruguera)


No estuvo muy fino el señor Mora Gutiérrez con este escasito “noir” chirigotesco, aunque la lectura es adictiva, rápida y entretenida. La escasa anécdota argumental se estira con bastante oficio pero poca chicha, y los momentos para hacerla destacar entre la demás maraña de bolsilibros negros cortados por el mismo patrón son bastante inexistentes. Una cosa positiva es centrar el protagonismo en el interesante mundo de los guardaespaldas; en este caso un duro, recio, chulesco y borde veterano del Vietnam que es empleado por una turbia asociación para proteger a la jovencita heredera de un emporio periodístico. Este bolsi es un claro ejemplo de artefacto para que la peña proyectara sus fantasías heroicas y masculinamente hercúleas, tan solo un año después de la muerte del dictador. En mi modesta opinión falta más sangre y más guarreo para completar el cuadro, pero bueno…
 
Desde el principio se muestran estas cartas: ex-soldado que no está para chorradas topa con un empleador aún más chulo que él y empiezan a saltar chispas (“Oiga, mi sueldo era de 50 dólares al día”, “Pero te doy 45 porque me quedo ese porcentaje por haberte contratado”, “¿Porcentaje? Los cojones porcentaje”). Y así durante varias páginas y variando temas. Ex-soldado obligado a cuidar de jovencita mimada y curvilínea que le chulea e infla los cataplines dando lugar a hilarantes momentos de bufonadas varias cuando tiene que llevarla a hoteles y discotecas. Al ex-soldado le secuestran a la niñata insoportable e intentan colgarle el mochuelo. Y ya pues… peleas, alguna balacera, un misterio que se ve venir a kilómetros, otro que aparece de sorpresa en plan deus ex machina, y muchas ironías, zas en la boca (de antes de existir el dichoso término) y capacidad del veterano para escapar de todas las encerronas, por gordas que sean. De hecho, cuando le preguntan al prota que como pudo descubrir el pastel, comenta un par de veces que pensó en lo más fácil y acertó (igual que el propio Lester con la trama, vaya). ¿El final? Pues sí. Ostias a los malos y boda.

domingo, 26 de abril de 2020

“ESPANTO” — FRANK MCFAIR (Bolsilibros Terror, 123. Easa)


Una nueva muestra de la habilidad del gran Frank McFair para mantenerte entretenido sin descuidar detalles psicológicos y de ambientación; algo realmente meritorio para un escritor que, como tantos otros, tenía que teclear a destajo para salir adelante en este mundillo. “Espanto” está ambientada en la Transilvania del XIX, y las descripciones de los Cárpatos, el color local y gentilicios (magiares, húngaros y toda la peña) está mucho más cuidada de lo habitual en estos entrañables productos, además de la presentación de los distintos estratos sociales de una aldea campestre cercana a un misterioso castillo. Pero viendo estos mimbres, esa portada y lo de la ambientación magiar seguro que pensáis que estamos ante una reescritura velada del “Drácula” de Stoker. Bueno… sí y no. En efecto, castillo con leyenda. En efecto… burgomaestre, húsares apostados, campesinos supersticiosos que forman piquetes a la mínima y misteriosos asesinatos entre los arbustos del bosque. Pero todo ello, como os digo, con una prosa estupenda y un nivel de detalle más que bueno. 

Los nombres de los personajes (Böske, Kalman, Mikal, etc…) junto a las localizaciones, los rangos dentro de los húsares y distintos gentilicios, dejan claro que hubo documentación seria. Todo ello dándole color a una trama en la que un adinerado francés –de nombre Duchamp, ¿Un guiño?- adquiere un viejo caserón y se instala en él junto a su cohorte de criados, todos esclavos de color a los que se ha traído de la mismísima Haití, incluyendo un grupo de lascivas huríes haitianas casi robóticas en sus gestos, además de ser todas mudas. Y en efecto también, hay unos asesinatos entre las sombras del bosque más propios de un hombre-lobo que, de un vampiro, con unas escenas de manejo del suspense magistrales (McFair sabe perfectamente qué ruidito sugerir, qué arbusto mover, o qué sombra cimbrear para crear una atmósfera inquietante) además de ser todas bastante gore y muy sangrientas.

Pero más que la valentía por ese grafismo de la violencia, me llama la atención –como siempre en este autor- su preocupación por que esos muertos nos importen. Persiste siempre en procurar presentar a todos los secundarios, por pequeños que sean, para que (por ejemplo) su muerte no sea un evento aislado que le sucede a un monigote que olvidamos a la siguiente página, sino algo mucho más elaborado y duradero. Y también, como siempre en los bolsis, ese grado de detalle lleva a descuidar cosas como el final: la clásica precipitación de bulla y algo previsible, aunque con un toque de casquería y brutalidad sangrienta que apabulla. Pero solo por esos detalles, además de por la lubricidad de las esclavas haitianas (un momento en el que Duchamp usa el látigo para alejarlas del soldado al que parecían querer violar es el momento más Stoker de toda la novela) hacen de su lectura algo interesante y más que un simple entretenimiento.

viernes, 24 de abril de 2020

BATMAN #1 (DC. Primavera, 1940) Aniversario de El Joker y Catwoman.


Sin fecha de portada, apareció un día como hoy pero de 1940 la primera colección titular del hombre murciélago, tras llevar casi un año dando guerra en “Detective Comics”. La cabecera en grapa nació por supuesto para capitalizar el éxito del personaje en aquella y expandir su mundo, y aunque los autores tenían que darse prisa para entregar a tiempo (y Bill Finger no era un guionista rápido), pudieron llevar adelante el desafío porque encima la colección “Batman” nació como recopilatorio de historias cortas y, como veremos a continuación, a veces interrelacionadas. Bob Kane no tenía problemas, con seguir cobrando y azuzar a sus negros de entonces (Jerry Robinson en casi todas las historias y un primerizo Sheldon Moldoff en una de ellas) le bastaba y sobraba. Pero esta primera grapa de la colección es mítica también por la efeméride que hoy celebramos: las primeras apariciones públicas de Catwoman y El Joker. Lo que me gustaría destacar es como estos personajes, a pesar de las mil y una iteraciones, pastiches y reinicios, se han matenido prácticamente calcados a esta primera aparición. Y como la fuerza de ambas creaciones permite que sigan funcionando a día de hoy casi con los mismos elementos que ya estaban presentes en este corto y barato tebeo de primeros de los años 40.
 
Este número 1 consta de cuatro historias. La primera es una mera reimpresión del origen de Batman en tres páginas, que Kane ya había publicado (con las tintas de Moldoff) en un Detective Comics” anterior. Poco podemos añadir al relato icónico de como Bruce Wayne llega a convertirse en el hombre murciélago, aparte de que es una historia que mantiene toda su fuerza y poder evocador. Una leyenda contada con tres acordes que siguen reverberando hoy de forma inalterable, por muchas versiones que hayamos visto de la misma. Los dos disparos en la callejuela, el huérfano jurando venganza y cómo esa venganza acaba convirtiéndose en una fuerza positiva y negativa a la vez. El monólogo que Finger pone en boca de Wayne “Los criminales son cobardes supersticiosos…” etc.. sigue siendo una plantilla de como escribir desde las tripas a un personaje duradero.

La primera historia larga va sin título, aunque ha acabado siendo conocida como “The Joker”, y es la presentación del personaje. Aquí se plantan también las raíces de lo que ha hecho grande al Payaso Príncipe del Crimen hasta la actualidad. Su sadismo, sus ansias de notoriedad anunciando sus crímenes antes de cometerlos, sus discursos, sus bromas (aquí algo más tamizadas aun, parece ser que Jerry Robinson –dibujante y verdadero creador en la sombra del Joker- tenía la intención de que fuera alguien divertido a ratos, pero es algo que en esta historia no acaba de desarrollarse. Probablemente porque el guión es de Finger y Robinson al final no metió mucha mano en la sinopsis), su egocentrismo, su gas-letal que deja una sonrisa congelada a sus víctimas, su aura macabra, las ganas de desatar el caos y convertise en una fuerza del mal superior a los patéticos gansters de Gotham (que aquí intentarán eliminarlo debido a que interfiere  en sus negocios y tropelías, otro clásico de la historia del arlequín del odio), y sin olvidar su pericia en el combate cuerpo a cuerpo, generalmente sucio. ¿Diferencias con el desarrollo del personaje a día de hoy? Bueno, en la actualidad, y con los nuevos ecos del “noir” setentero, El Joker es aun más un asesino psicópata totalmente disociado de la realidad. Este primer Joker aun tiene un ánimo de lucro muy de la época del que hoy en día carece. Los crímenes del payaso son aquí enredades puestas en escena a distancia (anunciadas en la radio, con golpes de efecto como venenos que actúan a la hora anunciada o dardos disparados a distancia) pero la razón última para llevarlos a cabo es el robo de joyas, mientras que a partir de los guiones de la edad de Bronze de Steve Englehart y otros, el Joker prefiere organizar genocidios y anarquía en Gotham simplemente por el placer de hacerlo.


Vamos a saltarnos las dos historias que vienen ahora (las comentamos más abajo) y nos vamos directamente a la última para no perder continuidad, pues se trata de “El Retorno de El Joker”. Solo dos días después de ser enchironado (aquí no había Asilo Arkham todavía) el criminal pintarrajeado se escapa y prosigue su campaña de robos y asesinatos al por mayor. En esta historia busca valiosos cuadros y collares de joyas que también codician, una vez más, los mafiosos de medio pelo habituales. Esta aventura, que como podéis ver funciona perfectamente como secuela a la anterior (Joker vuelve a anunciar sus villanías a través de la radio) es aun más vertiginosa que la primera, e incluye algunas escenas de acción soberbias, en las que ya se nota que Jerry Robinson está perfectamente asentado a los lápices y ha cogido una maestría sin precedentes en los primeros y torpes esbozos de Kane. Las peleas acrobáticas de Batman y Robin son dignas de lo mejor de Douglas Fairbanks y la definición y gestos de todos los personajes tienen una dinámica inédita en los primeros números. Entre estas peripecias la escena en que Joker escapa y usa su gas mortal con un grupo de polis, de cuyos supervivienes uno de ellos intentará desenmascarar a Batman y arrestarle. Recordemos que aquí el murciélago aun es un proscrito fuera de la ley y ni siquiera amigo del comisario Gordon aun (curiosamente sí de Bruce Wayne). Pero bueno, aquí veníamos a hablar del payaso y en esta historia al final… ¡¡moría!! Alguién en DC comentó que se cambiara la viñeta final y se dejara claro que el Joker había sobrevivido a su autoapuñalamiento (ya hay que ser torpe) en la pelea final con el murciélago. El enfermero se queda espantado al comprobar en la ambulancia que el villano sigue vivo. Y es que los responsables de la editorial no podían quitarse de en medio un personaje con tanto potencial. ¡Y aquí estamos 80 años después celebrándolo!

Antes del otro plato fuerte tenemos una historia no menos importante en “Los Gigantes del Dr. Hugo Strange”, en la que el protagonista es el posiblemente primer gran villano del héroe. El “mad doctor” clásico de Batman en toda regla, con toques a lo el Moriarty cinematográfico de George Zucco y que llevaba haciéndole la puñeta a la humanidad ya desde Detective Comics. En este caso Strange vuelve a saltarse a la torera el juramento hipocrático y experimenta con los zumbados de un asilo mental para crear gigantes monstruosos que destruyan la ciudad todo lo que puedan. Esta historia es famosa, aparte de por su diversión y toque de serial B a lo Republic o Monogram, por ser el perfecto ejemplo del sanguinario Batman de los comienzos. Al héroe no le duelen prendas en usar la metralleta del Bat-Plano para quitarse de en medio a todo bicho viviente usando la mítica frase: “Odio tomar vidas humanas, pero esta vez es necesario”. Además el gran Matt Wagner hizo un remake de esta historia en el 2000 y pico, lo que demuestra su condición de clasicazo.

Y llegamos al otro punto fuerte del número que nos ocupa en la primerísima aparición de Catwoman, la bella ladrona de joyas reconvertida en antiheroína, muchas veces a su pesar, con los años. Luego se haría un sexy traje, descubriríamos que se llama Selina Kyle y otras evoluciones, pero como en el caso del Joker las bases ya están excelentemente plantadas en este número. Aquí no es más que una bella ladrona de joyas experta en disfraces y que se hace llamar “The Cat”. Y lo mejor de todo es que la acción es puro “noir” clásico. 


Para empezar transcurre en un translántico de lujo en el que desaparecen unas codiciadas joyas. Robin se encuentra allí infiltrado como uno de los camareros investigando el asunto, de avanzadilla antes de la llegada del murciélago como buen Watson (recordemos “El Perro de los Baskerville”). La historia, aparte de Doyle, tiene ecos Agatha Christie en toda regla, al ser un auténtico “whodunit” en alta mar con sospechosos, disfraces y falsos culpables para despistar. En este caso otros gánsters ineptos que reciben unas buenas palizas del duo de héroes y que son burlados por la disfrazada gata, que al final descubrimos que era la más pacífica y dulce anciana de la tripulación. Mítico ese desenmascaramiento con la frase de Batman “Quiet, or papa spank”, tras ponerle una trampa digna de Holmes para descubrir su culpabilidad. 


Y en esta página final tenemos esas bases de las que hablábamos. La Gata tienta al murciélago con una vida criminal juntos. El feeling es instantáneo, y al final Batman la deja escapar de forma bastante evidente. Impidiendo a Robin ir a perseguirla incluso, poniéndose delante en plan “opps” (otro clásico de los primeros encontronazos con la felina en el futuro, y si no veasé la reseña del Batman #3 que colgué AQUÍ). En fin, el comienzo de muchas cosas en unas pocas y entretenidísimas páginas. La belleza de la señorita Kyle en teoría está basada en una mezcla de Marilyn Monroe y la mismísima Hedy Lamarr, pero al ser declaraciones del granujilla de Bob Kane –que además dice que tomó bocetos de una jovencísima Marilyn al encontrársela posando en una playa- tenemos que ponerlas en una cuarentena aun más severa que la actual.

En resumen, la edad dorada de todos los personajes que nos ocupan. Y en algún caso sus raíces, primeros pasos, génesis, origen… como queramos llamarlo. Pero pura historia viva de la cultura pop, imposible de desbancar de los primeros puestos del inconsciente colectivo 80 años después.