domingo, 5 de julio de 2020

“SANGRE PARA UNA ÓPERA ROCK” — CURTIS GARLAND (Servicio Secreto, 1375. Bruguera)


¡SÍ! Ambiente de rock setentero para un noir absolutamente delirante, incorrecto y gozoso del señor Gallardo Muñoz. Publicada en plena era del rock duro más glamouroso (1975), “Sangre para una Ópera Rock” es una absurda obra de arte bolsilibresca que es un despendole casi en cada página y que nos cuenta la historia de dos jóvenes músicos unidos por el crimen. Ella canta folk de forma modesta pero sentida y acaba de salir de una institución mental debido a unos bloqueos y “apagones” durante los cuales intenta matar gente –o al menos de eso quieren convencerla algunos villanos en la sombra –. Mientras que él es el nuevo frontman de la banda de glam-rock The Silver Computer, una especie de machotes con purpurina al más puro estilo New York Dolls. Y ojo al dato, porque el mencionado nuevo frontman se llama Mike Monroe. En efecto, como el cantante de la banda real de glam Rock Hanoi Rocks, que por las fechas de la publicación de este libro… ¡¡aún no había ni grabado su debut!! (vaticinios de novela de a duro). 

Pero agarraos que vienen curvas. Porque una cosa es que seas una romántica cantante a lo Joan Baez, en torno a la cual suele aparecer peña asesinada de forma misteriosa, y otra muy distinta lo que le sucede al pobre Michael Monroe. Porque resulta que cuando no están dando bolos o grabando discos, The Silver Computer se quitan los trajes de lentejuelas y se ponen pasamontañas; a la vez que sueltan las guitarras y baquetas y agarran las metralletas para convertirse en… ¡¡ La Guerrilla Simbiótica Alfa!! Un grupo terrorista y mafioso atracador de bancos para financiar su causa (la cual no descubrimos en toda la historia) y que está liderada por una absoluta genialidad de personaje que es el que se dedica a robar planos durante toda la trama. El duro pero afeminado manager terrorista Tio Doria, manager gay duro como el pedernal. Una brutal mezcla entre Peter Grant y el Herodes de “Jesucristo Superstar. Lo mismo planea mil atentados y maldades desde su espectacular base de operaciones -Un centro de música electrónica y grabación magnética del sonido, en un modernísimo rascacielos frio y tecnológico a tope- que se enfurruña porque su protegido Mike Monroe no acata sus sanguinarias ordenes o patalea decepcionado porque sus atracos con crimen no están en primera plana y los relegan a páginas interiores.  Todo esto mientras el Tio Doria viste literalmente (y cito): «el maquillaje exagerado de singular miembro del gay power». Gusta de planear sus maldades luciendo bata de seda estampada, fumando cigarrillo aromatico y trasegando de una botella de licor verde (absenta fijo). 

Son Sweet, pero podrían ser The Silver Computer
Entre los intentos de unir al pobre Mike a su terrorista causa, se encuentra el suavizarlo enviándole a una femme fatale en versión groupie del infierno. El cantante intenta ayudar a la pobre (y folkie) prota de la novela con la posible intención de la inevitable boda final, pero no contaba con la visita de Saddie North (Saddie, ese nombre tan importante en el rock psicodélico de la época), bomba sexual destinada a seducir a Mike Monroe para atraparle, porque puede conquistar a cualquier hombre (cosa que, por cierto, Doria verá con celos enrabietados). Y ya tenemos montado el drama, el triángulo, los tiroteos, la policía más perdida que un piojo en el pelo a lo afro que algún personaje llevará sin duda, y una chirigota final con enredos, asaltos a mansiones, giro sorpresa y whodunit final… además de la impagable aparición del Tio Doria en “impermeable color grosella y luciendo labios retocados”. Por mucho que se esté asistiendo a un final sangriento de esos a lo Peckinpah hay que mantener el estilo.

Si todo esto no es suficiente para haceros salir corriendo a por esta maravilla yo ya me retiro del mundo. ¡Oro puro!

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