Cuando un asesino fugado,
con la habilidad de transformarse en toda persona, animal o cosa que se os
ocurra, se escapa en una máquina del tiempo para hacer sus tropelías en todas
las eras que pille (con la insana intención de cargarse el continuo temporal)
solo el agente futurista Zekk podrá
detenerlo. ¿Y si resulta que el asesino
ha secuestrado a la prometida del propio Zekk
y la está llevando de paseo por tres épocas de la historia no precisamente
amigables? Pues ya tenemos el disfrute montado. “Detective en el Tiempo”
nos lleva por tres “set pieces”
históricas distintas y en ellas asistiremos a una frenética, erudita y
excelentemente ambientada persecución por tres escenarios a cuál más atractivo.
Que el maremágnum de portada de Miguel
García esta vez SÍ logra reflejar. Cada uno de estos tres
bloques temporales por los que se enfrentan héroe y villano tiene su propia
ambientación y narrativa, sin que por ello sufra el tono general y sci-fi de la historia.

El último tercio es,
digamos, el más propiamente “sci-fi”
del conjunto, pues la persecución culminará en un complejo futurista
mega-tecnológico, con computadora inteligente incluida. Allí se reanudará la
intriga al cometerse una misteriosa serie de asesinatos que conseguirá burlar
incluso al perspicaz ordenador de la base. Así que le toca de nuevo a Zekk usar las meninges y salvar por fin
a su amada de las garras del esquivo malandrín espacio-temporal en, quizás, la
parte más apresurada del conjunto. Lo cual es un clásico en estas novelas, ya
que la fatídica página 96 se acercaba para cerrar el librito y la fiesta. Pero
en general la acción es intensa, los personajes dignos de seguimiento, el
sentido de la maravilla más que bienvenido y el entretenimiento de calidad
asegurado. ¡Loor y gloria a Don Curtis!
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