domingo, 29 de marzo de 2020

“EL REINO DE LOS INFIERNOS”- LOU CARRIGAN (Selección Terror, 554. Bruguera)


Fascinantes los artificios de birlibirloque que tenían que hacer los esforzados bolsilibreros para colar novelas en “Selección Terror”. Si bien Lou Carrigan solía entregar “noirs” encubiertos con una pátina macabra en esta colección (igual que Carrados, Hare, Kane, Coretti y… en fin, casi todo el mundo), en este caso se desmelena y nos brinda un extrañísimo cruce entre novela de espionaje con villano megalómano, historia de aventuras en isla llena de trampas y trama de periodistas a la caza de la noticia. ¿Pero qué ocurre? Que dichos periodistas (un macho alfa que se autodenomina “machista”, y a mucha honra, y una rubia explosiva ricachona) descubren que el terrorista que está provocando explosiones controladas en diversas zonas de América queriendo traer “el reino del infierno”, es el líder de una secta con estética demoniaca (pero sin connotación ocultista alguna) que básicamente es un chantajista amenazador de fallas naturales, a lo Lex Luthor

Así pues, Ken y Barbie son secuestrados y acaban comprobando que dicho terrorista –el mejor hallazgo de esta chorrada de Carrigan- es un enano feísimo, cabreado con la humanidad por su falta de sexo, sádico y tonto hasta decir basta. Un desecho humano, pionero de lo “incel”, que quiere asesinar a todas las mujeres que se niegan a fornicar con él y, ya de paso, a la humanidad. En su isla tiene un complejo sistema de minas llenas de bombas por las que sus sufridas victimas van experimentando torturas, cremaciones y explosiones controladas. Exactamente lo que él mismo espera hacer con el mundo, siendo su solución final nada menos que… ¡activar todos los volcanes de la tierra a la vez! Además, cuando se aburre también monta juicios de chirigota con el inevitable veredicto de muerte para todo el mundo. Todo esto vestido con cuernecitos y capa, amenazando con un tridente herrumbroso y repitiendo “eh, eh ehh, ehhh EHHH…” entre saltitos y mandobles. Todo este petardeo y la aparición en una cama de tres cadáveres requemados, son lo mejor de este despropósito entretenidísimo. Al final la Barbie demuestra tener casi más arrestos que el de la masculinidad tóxica, y las persecuciones en vagones individuales de tren… ¿superan a las de Indiana Jones en “El Templo Maldito”? Pues no. Ni falta que hace.

Reedición, ya en Ediciones B. Con una momia que en la novela ni está ni se la espera.
 

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