sábado, 28 de marzo de 2020

HORROR, 31 (Ediciones Zinco, 1981).


Tres historias de los fumetti italianos eróticos y tres despiporres de los que hacen época. 

Por un lado, en “La Mujer Mosca” tenemos una fusión victoriana entre “La Mosca” de Vincent Price y cualquier película de la Hammer con mad doctor. La historia arranca con una señora en miriñaque llorando desconsolada por no poder tener niños, hasta que su marido se va al club a fumar unos puros y conoce casualmente a un científico que está haciendo experimentos de fusión animal-humana. Al final lo inevitable ocurre –tras varios manoseos al cuerpo desnudo de la señorita, asesinatos de prostitutas para robar su útero para el experimento… lo normal, digamos– y la dulce señora decimonónica se transforma en una mutante sedienta de sangre con forma de mosca chupadora gigante (pero que conserva el cuerpo escultural). Así pues, solo le quedará a Scotland Yard perseguirla entre la niebla para neutralizarla antes de que se cobre la vida de más señoritas ligeras de ropa. Una divertidísima trama que nos advierte de los peligros de la ciencia y los de querer quedarse encinta.

 
“El día de su Boda” es uno de los primeros episodios de la saga de Sepulkra, otro de los personajes de femme fatal sobrenatural propia de los fumetti. Recordemos, una resucitada por un enano lúbrico enamorado de ella (cliché imprescindible en estos títulos) y un mad doctor gay, inmune a los encantos de su experimento. En esta ocasión, tras un favorcito manual al susodicho jorobado, Sepulkra se las arregla para estropear la boda de un chavalote por el que bebe los vientos, librándose de su rival, la novia, con el expeditivo método de tirarle una lámpara de araña encima en plena iglesia. La policía, desconcertada ante la escabechina gore, avisa nada menos que a Sherlock Holmes y el Dr. Watson, que empiezan a investigar el asunto sospechando algo turbio. En efecto, mitografía creativa en un tebeo guarro de explotation. Soberbiez, se mire por donde se mire.

Sherlock y Watson no saben donde se meten.
“La Venganza de Artemilla” ya es más rutinaria, en comparación con las anteriores. La típica venganza de una bruja quemada por la Inquisición (en Zaragoza, ojo) y que permea en generaciones subsiguientes de su ejecutor. Hay, eso sí, torturas con látigo, alguna lengua arrancada y un par de orgías que acaban en desmembramientos que mantienen un poco el nivel que sordidez y cutrez tan agradable en estos subproductos, que tantas vueltas le dan en calidad al 50% de comics actuales.

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