Aparentemente la
prolífica autora María Victoria Rodoreda
Sayol solo usó el pseudónimo de Holm
Van Roffen para tres novelitas de ciencia-ficción, concretamente para esta
colección de Producciones Editoriales;
o el menos eso parece en una rápida ojeada a “La Tercera Fundación”.
Los “bolsilibreros” de pro la conocen de sobra, al ser la persona detrás de
nombres tan conocidos como Vic Logan y
Marcus Sidereo, y en esta obrita de
nombre tan contundente (Debo admitir que fue el título el que me llevó a su
obtención), la señora Sayol noveliza
lo que podría haber sido perfectamente un capítulo clásico de “Star
Trek”.
Un piloto que lleva a una familia potentada en una especie de
crucero por nave espacial, aterriza en un misterioso planeta tras haberse visto
atraído por la atmósfera de este. Una vez allí, comprueban que la nave ha
dejado de funcionar sin demasiado sentido. Y pronto se ven rodeados por una
extraña comunidad de personas, humanas como ellos, pero que parecen provenir de
distintas épocas. Se comportan de forma bastante laxa, acomodada y no se
cuestionan la sociedad perfecta en la que viven. Todo parece estar conectado
con una gigantesca torre metálica en la que se cuenta que todo el que entra no
vuelve a salir. Las ganas de escapar del piloto protagonista, ayudado por un
díscolo habitante del planeta y la resuelta hija del matrimonio que él mismo
trajo, le llevaran a intentar el asalto a la torre… aunque tenga que ser con un
soplete que derrite el metal, y armas de fuego por si acaso. Hay una intriga
bien dosificada -con clásicos momentos de cuenta atrás y a ver si logramos pasar este nivel o revienta todo, con buen suspense-, un par de escenas de acción llevadas de manera ejemplar e
incluso un cierto poso reflexivo (aunque obvio en el género) que dejan un
excelente sabor de boca. No quiero hacer psicología barata ni condescendiente, pero también
resulta refrescante que la mujer protagonista sea de armas tomar y bastante
resolutiva. ¡Que diferente de las arpías o tontas del bote que abundan en la “sci-fi” de Carrados!
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