viernes, 17 de abril de 2020

DOOM PATROL Y CHALLENGERS OF THE UNKNOWN: El MEGA-CROSSOVER OLVIDADO



Challengers of the Unknown #48 y Doom Patrol #102. (DC, Marzo de 1966). 
 
Increible que no cuente con más predicamento este épico choque de titanes. Sucedió en una época como La Edad de Plata de los tebeos americanos, y aun muy lejos de los grandes eventos y cruces entre colecciones que caracterizarían la narrativa superheróica en los 70 y 80. Y aun más marciano que este evento, dividido en dos grapas vertiginosas y rebosantes de energía, color y emoción, fuera un crossover entre dos grupos de personajes a priori de segunda fila en el canon de DC comics

 
Nada menos que el grupo proto-4 fantásticos, los Challengers of the Unknown (también creados por Jack Kirby) y la magnífica reunión de outsiders que se agruparon bajo el nombre de Doom Patrol, de Arnold Drake -los cuales, irónicamente, fueron una especie de respuesta de DC a los 4 fantásticos de Marvel, y que (aun más irónicamente) compartían casualmente puntos en común con su Patrulla X-. La Patrulla Condenada obtuvo su cuota de reivindicación “brittish invasión” gracias a esa obra maestra que nos regaló Grant Morrison a primeros de los 90 (y que ha acabado propiciando series actuales de estos personajes, tanto en comic como en la TV), pero los Challengers, a día de hoy, siguen siendo por desgracia una inmerecida nota a pie de página, siempre a la sombra de ser el primer esbozo de la familia de superhéroes de Marvel y, por tanto una versión no tan perfecta de lo que nos brindaría Kirby ya junto a Stan Lee. Y bueno, en el caso de nuestro país tampoco ayuda que a día de hoy no exista une edición en condiciones de esta colección (ni de ninguna de la edad de plata, oro ni bronce de DC, ya puestos). Pero, como digo, aun más olvidado este cruce de series del que no había oído hablar jamás pese a ser, en mi opinión, un increíble precedente de las que vendrían en el futuro. Y además una historia divertidísima que no da tregua. Apabullado que quedé al terminar de leer el Doom Patrol #101 y encontrarme una viñeta final en la que los Challengers mandan un S.O.S. desesperado a la patrulla mientras yacen desfallecidos y al borde de la muerte en su propia base. De ahí desembocamos en el número 48 de los héroes de Kirby y empieza el festival.

Una panda de supervillanos reunidos que se hacen llamar (Ojo cuidao) The Challenger-Haters, se escapan de la cueva-prisión que los propios Challengers tienen en los subterráneos de su base por un método brutal: El líder del nefando grupo, Multiman –un genio científico que además de tener una cabeza gigante estilo El Lider de Hulk puede metamorfosearse en los animales que quiera- logra engañar a los Challengers soltándoles un pacífico conejito que al final resulta ser un “quimozoide” creado por Multiman en un laboratorio improvisado de su celda. El bicho, tan peligroso como el conejo de los Monty Python, se aferra al brazo de Rocky, el musculitos del grupo, y por poco no lo deja manco. No solo es inmune a las balas sino que además al final aparecen más conejos y consiguen doblegar al grupo de héroes mientras los miembros de los Challenger-Haters salen de sus celdas. ¡Y vaya miembros! Cualquiera de ellos podrían ser parte de la posterior Hermandad Dadá morrisoniana. Tenemos a Kra, un forzudo pero erudito robot alienígena cuya debidilidad es el agua común. Volcano Man, un tocho parecido a La Cosa pero hecho de lava ardiente, y Multiwoman, una giganta robótica creada y perfeccionada por Multiman (en cuyas cibernéticas tripas se ve hurgando en una genialísima viñeta), que enseguida adivinamos que será la rival de Rita, la Elasti-Girl de la Patrulla Condenada. Tras escapar de aquí, los Challengers son derrotados por sus haters en una batalla acuática en la que Multiman se transforma en pulpo, calamar y lo que se tercie; además de recibir una paliza cortesía de Volcano Man, que demuestra que su condición de hombre de lava no le afecta lo más mínimo en profundidades abisales. El dibujo de Bob Brown maravilloso en estas escenas de acción. Y por cierto que se funde increíblemente con el de Bruno Premiani en el siguiente número, ya en la colección de la Doom Patrol, manteniendo la fluidez de la historia sin bruscos cambios estéticos.


¿Y qué es de nuestros freaks heróicos favoritos? Pues obviamente este primer capítulo termina con un combate entre las dos mujeres gigantes, Robot man contra el no menos contrachapado Kra y algún que otro escarceo más que desemboca en la fuga de los Haters a preparar su siguiente y mortífero plan. ¿Otra pelea estirada de supertipos que no aportara nada a la trama? ¡Error! Las sorpresas y el ritmo veloz continúan. Tras unos misteriosos intentos de asesinato a Rita y a Larry (el gran Hombre Negativo, nunca lo suficientemente reivindicado), los “odiadores” ponen en marcha su siguiente plan. Nada menos que resucitar a un ejercito momificado que duermen bajo el agua y eran habitantes de la mismísima Atlántida. Los zombies pronto empezaran a sembrar el caos (derritiendo tanques y aviones con los avances tecnológicos de Multiman) y apoyar al líder en la dominación mundial. 


Y al final otra mega-batalla acuática con los muertos vivientes, los odiadores y algunos invitados extra en el bando de los buenos (aparición estelar del gran Beast Boy, en sus primeros pasos antes de la fama en los Titanes) y miríadas de rayos, ostias, burbujas, transformaciones en bichos gigantes y mucha épica con sorna de la que arranca aplausos. Cliff y Rocky, como forzudos de sus respectivos grupos, no paran de soltarse borderías y chascarillos que no tienen nada que envidiar a los de Johnny Storm y Ben Grimm. Negative Man sufre una deconstrucción en pedazos, una subtrama del rey zombie atlante con su amada congelada que no esperábamos, las dos enormes mujeres vuelven a pelearse y la transformación final de Multiman en ballena (y la ingeniosa forma en la que al final le combaten, que no revelaré) nos mantienen en tensión y entretenidísimos en todo momento. 

 
En resumen, tebeo “silver age” desatado, sentido de la maravilla de muchos quilates, un choque de personalidades carismáticas mucho antes de que se pusiera de moda y, lo más importante, diversión a raudales. Sea una historia más o menos "naif", sea más para la chiquillería o para gente que no ha sabido madurar... ¿No se trata al fin y al cabo de eso? ¡De divertirse! Siendo así, este crossover olvidado no solo tiene ese valor histórico sino que cumple con creces su cometido.

Yo dejo aquí esta robot-giganta para que se peleen y me retiro discretamente

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