miércoles, 8 de abril de 2020

BATMAN #3 (DC. Septiembre, 1940)


Tercera grapa de la colección titular del hombre murciélago,  y vale la pena comentarla por un par de detalles. Solo un año después del debut del personaje y ya estamos en la época de formación total de la edad dorada del personaje, ya con Jerry Robinson “ayudando” a Bob Kane en los dibujos y con los guiones del incansable Bill Finger. Pese a la introducción de Robin y el tono algo más ligero (el murciélago en esta etapa no escatima en bromitas e ironías mientras apaliza delicuentes, mucho antes que Spiderman) también se incide en que, pese a todo, Batman sigue siendo una criatura de la noche a la que los criminales temen. Y obviamente el dibujo de Robinson lo presenta más elegante y dinámico que nunca. Cuatro historias cortas en este número (la colección titular tenía este formato, mientras que Detective Comics continuaba con relatos más largos) y cada una un disfrute. 

En el primero tenemos la primera aparición del Juguetero, aquí conocido como Puppet Master y que le haría la puñeta más adelante a los Titanes en la edad de bronze con el nombre de Pupeteer. No confundir con El Ventrilocuo, ese genial personaje del Batman noventero de Grant/Breyfogle. En esta historia tenemos las habituales acrobacias, una escena de acción genial sobre un tren y una trama de hipnotismo a distancia muy “pulp”. Luego viene la historia “El Hombre más Feo del Mundo” sobre un villano que ejerce su venganza sobre todas las cosas y personas bellas a base de desfigurarlas con una toxina de su invención. La cual le injectaron por error en un experimento de laboratorio que salió rana. Este enorme absurdo, que no merecería mayor comentario, me ha dejado anonadado porque me ha recordado al Dr. Feator que apareció en Pafman, mítico tebeo paródico español, y que también era un científico que afeaba a los guapos. ¿Mera coincidencia?
Y lo tercero que hace genial a este número es que contiene la (precisamente) tercera aparición de Catwoman. Primera vez que se la llama así, aunque mantiene en otras menciones su nombre original “La Gata”, y primera aparición con máscara de la señorita Kyle, que en sus primeras intervenciones iba a cara descubierta o disfrazada de anciana indefensa que te sustraía la cartera a la que te descuidabas. Pero la máscara que lleva Selina aquí es una terrible ordinariez de pelos que, gracias a Chtulhu, no duro mucho más alla de este número. El traje de seda tan años 40 una maravilla, pero ese engendro capilar con rostro gatuno puede provocar más pesadillas que la toxina del miedo del Espantapájaros


En la historia encontramos el típico rifi rafe entre la gata y el murciélago por un quítame allá esas joyas robadas a gangsters. Y termina con el clásico momento de Batman dejándola escapar con toda la intención y sin demasiada vergüenza (“Opps, que torpe, que le puse mal las esposas. Errr…”). En este caso, además, la viñeta final es para Catwoman pensando en que… caray, quizás una cena y un baile con Batman no estarían mal, en vez de tanta persecución. Mirando al futuro…




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