Voy leyendo por el número
12 del detective de lo oculto comiquero del gran Don Glut, y en esta entrega se transforma en licántropo y se
enfrenta al mismísimo monstruo de Frankenstein
por culpa de un trasunto de Fu-Manchú.
Lo sé, no puede sonar mejor. Nada menos que un año de publicación y un
personaje ya consolidado en esta colección algo olvidada pero mítica en la que
la Gold Key (distribuida por Western Publishing) se acercó al boom de los tebeos de monstruos en esta
época, los 70, que tantas alegrías nos trajo desde Warren, Marvel y otros
sellos para el recuerdo. Una etapa en la que los monstruos clásicos -resucitados
por el revival de los films de la Universal y por las maquetas de Aurora de dichos personajes- se
cruzaron con temáticas más cercanas a la contracultura y provocaron un choque
de psicodélia gótica que revitalizó a iconos como Drácula y un largo etc de momias, fantasmas y zombies de todo
pelaje.
Es la década en la que Don Glut (guionista, director de cine,
documentalista, actor, músico, conservador de museo y experto en dinosaurios)
comenzó a escribir sus novelas en las que trajo el monstruo de Frankenstein a la época actual,
metiéndolo en todo tipo de entuertos “pulp”.
Lástima que solo se tradujeron dos, con maravillosas portadas de Esteban Maroto, pero si os interesa el
asunto recomiendo pillar los Omnibus
en inglés con toda la saga. Diversión asegurada. Gold Key fue uno de los sellos
que probó suerte en lo de los magazines de terror con este Occult Files of Dr. Spektor
que le encargaron al señor Glut, el
cual una vez más dio rienda suelta a su mitomanía y creó un investigador que se
cruza con espectros anónimos y muertos vivientes pero también con los clásicos
personajes de los que hablábamos antes. Un tebeo que contó además con un dibujo
estupendo de Jesse Santos, cuya
permanencia en la colección le dio una unidad de la que carecían otros títulos
más repartidos en el tema artístico.
Spektor
ejerce
en ocasiones como archivista y horror
host, pero sobre todo vive las aventuras en las que se mete debido a su
afán por investigar el lado sobrenatural de la existencia. Su inseparable
pareja Lakota Rainflower (Una
apache, sí. Interracialidad en los tebeos setenteros) le será fiel
incluso en los momentos más duros. Por ejemplo en los que Spektor se encuentra en este
número 12 de la colección, en los que va errando por esos campos de
cartón piedra propios de una peli de Corman y se topa con un castillo en el que
aguarda el Dr. Tong, un siniestro
heredero de una dinastía china, que lleva desde joven mezclando ciencia y mágia
para convertirse en el omnipotente amo del mundo, y que cuenta con una
traicionera hija de nombre Lu-Sai.
Sí, en efecto, a mi también me suena.
Su idea es absorver via commutador
cerebral los poderes de un ser sobrenatural, razón por la que tiene a la
creación de Frankenstein allí
prisionera, pero cuando su enorme y bruto asistente captura al licantrópico Spektor, el Dr. Tong decide que si con un bicho sobrenatural se puede volver un
dios, con dos bichos ya puede ser la repera. Así que acabará raptándolo y
propiciando un enfrentamiento con experimentos de ciencia absurda, saltos de
almena en almena y un sano intercambio de puñetazos entre dos de nuestros
engendros favoritos. A mi me recordó clarísimamente a la peli “Frankenstein
Meets the Wolfmen” con Chaney
Jr. y Lugosi. Y este número es,
al igual que aquella, un divertimento para fetichistas de todas estas
cuestiones.
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