Uno de esos maravillosos westerns absolutamente salvajes, cafres
y muy paródicos del gran Ledesma. No
sé ni por dónde empezar, porque esto es una absoluta brutalidad divertidísima
se mire por donde se mire. Y fijaos que al principio me asusté porque el primer
párrafo era a base de descripciones telegráficas de una frase-punto,
frase-punto, que me hicieron temer que estaba ante uno de esos momentos en los
que el espíritu de Berna había
encantado el cuerpo de Kane.
Momentos que han existido, doy fe. Muy divertido, sí, pero sin el toque de “slapstick” que Kane sabe imprimir a sus novelitas del oeste más cachondas. Nada
más lejos de la verdad.
Para empezar… estamos
ante una especie de versión bolsilibro de “Le
Llamaban Trinidad”. Sí, sí. “La
Bestia” es el apodo de un remedo de Bud
Spencer, regente de un penal en Kansas City, y es el clásico personaje del
actor italiano. Complexión gruesa, tranquilo, de pocas palabras, pero un cafre
ostiador de cuidado a la que le provocan. Su compañero, y nuevo verdugo de la
cárcel, es un personaje llamado Donovan,
delgado y más apuesto, y con el que intercambia ironías y comparte luchas a
puñetazos. Pero lo que en las películas de Spencer/Hill
es sarcasmo y humor blanco, aquí son bromas sórdidas, peleas con desnucamientos
y cuchilladas, además de una sanísima mala baba. En la historia estos dos
personajes acaban, un poco a la fuerza, enfrentados contra los sucios
tejemanejes de Frank Carbo,
villanísimo malnacido, maltratador, mafioso y todo lo malo que empieza por
“ma”. De intrigar para quedarse con todo el poder de Kansas City a torturar y
matar (de una ostia abrecraneos) a la prostituta con la que se refocila, Carbo entra en el punto de mira de una
asesina a sueldo llamada Sigrid Soriano.
Pues sí, la nómina de
personajes memorables continúa, porque la señorita Soriano es otra rara avis por estos lares. Una mujer experta en
pistolas y cuchillos, más dura que el pedernal y con un carisma a prueba de
bomba, que mata por dinero, pero que a la vez posee un código de honor que la
llevara a arriesgar su vida por cumplir una promesa a una muerta. No hay
pistoleros tópicos ni héroes aquí, sino personajes oscuros o directamente
deleznables que luchan y mueren en un ambiente de lujuria, traiciones y
corrupción. ¡Y además la novela esta plagada de sorpresas! Resurrecciones
inesperadas, conspiraciones de asesinato que terminan fatal, acción a raudales
y mucha violencia explícita que no duda en caer en el gore a menudo (cabezas reventadas, destripamientos, un personaje
bebiendo ácido sulfúrico por error…) sin perder ese sentido de vodevil ridículo
que tanto disfrutamos los aficionados al Kane
más macarra. Recomendadísimo. Solo lamento que el personaje de Sigrid no fuera protagonista de una
saga con más entregas. Pero quien sabe, hablando de bolsilibros… seguiremos
leyendo a ver si hay suerte y apareciera otra vez.
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