
Sin fecha de portada,
apareció un día como hoy pero de 1940 la
primera colección titular del hombre murciélago, tras llevar casi un año dando
guerra en “Detective Comics”. La cabecera en grapa nació por supuesto
para capitalizar el éxito del personaje en aquella y expandir su mundo, y
aunque los autores tenían que darse prisa para entregar a tiempo (y Bill Finger no era un guionista
rápido), pudieron llevar adelante el desafío porque encima la colección “Batman”
nació como recopilatorio de historias cortas y, como veremos a continuación, a
veces interrelacionadas. Bob Kane no
tenía problemas, con seguir cobrando y azuzar a sus negros de entonces (Jerry Robinson en casi todas las
historias y un primerizo Sheldon Moldoff
en una de ellas) le bastaba y sobraba. Pero esta primera grapa de la colección
es mítica también por la efeméride que hoy celebramos: las primeras apariciones
públicas de Catwoman y El Joker. Lo que me gustaría destacar
es como estos personajes, a pesar de las mil y una iteraciones, pastiches y
reinicios, se han matenido prácticamente calcados a esta primera aparición. Y
como la fuerza de ambas creaciones permite que sigan funcionando a día de hoy
casi con los mismos elementos que ya estaban presentes en este corto y barato
tebeo de primeros de los años 40.
Este número 1 consta de
cuatro historias. La primera es una mera reimpresión del origen de Batman en tres páginas, que Kane ya había publicado (con las tintas
de Moldoff) en un “Detective
Comics” anterior. Poco podemos añadir al relato icónico de como Bruce Wayne llega a convertirse en el
hombre murciélago, aparte de que es una historia que mantiene toda su fuerza y
poder evocador. Una leyenda contada con tres acordes que siguen reverberando
hoy de forma inalterable, por muchas versiones que hayamos visto de la misma.
Los dos disparos en la callejuela, el huérfano jurando venganza y cómo esa
venganza acaba convirtiéndose en una fuerza positiva y negativa a la vez. El
monólogo que Finger pone en boca de Wayne
“Los criminales son cobardes
supersticiosos…” etc.. sigue siendo una plantilla de como escribir desde
las tripas a un personaje duradero.

La primera historia larga
va sin título, aunque ha acabado siendo conocida como “The Joker”, y es la presentación del personaje. Aquí se plantan
también las raíces de lo que ha hecho grande al Payaso Príncipe del Crimen hasta la
actualidad. Su sadismo, sus ansias de notoriedad anunciando sus crímenes antes
de cometerlos, sus discursos, sus bromas (aquí algo más tamizadas aun, parece
ser que Jerry Robinson –dibujante y
verdadero creador en la sombra del Joker-
tenía la intención de que fuera alguien divertido a ratos, pero es algo que
en esta historia no acaba de desarrollarse. Probablemente porque el guión es de
Finger y Robinson al final no metió mucha mano en la sinopsis), su
egocentrismo, su gas-letal que deja una sonrisa congelada a sus víctimas, su
aura macabra, las ganas de desatar el caos y convertise en una fuerza del mal
superior a los patéticos gansters de Gotham
(que aquí intentarán eliminarlo debido a que interfiere en sus negocios y tropelías, otro clásico de
la historia del arlequín del odio), y sin olvidar su pericia en el combate
cuerpo a cuerpo, generalmente sucio. ¿Diferencias con el desarrollo del
personaje a día de hoy? Bueno, en la actualidad, y con los nuevos ecos del “noir” setentero, El Joker es aun más un asesino psicópata totalmente disociado de la
realidad. Este primer Joker aun
tiene un ánimo de lucro muy de la época del que hoy en día carece. Los crímenes
del payaso son aquí enredades puestas en escena a distancia (anunciadas en la
radio, con golpes de efecto como venenos que actúan a la hora anunciada o
dardos disparados a distancia) pero la razón última para llevarlos a cabo es el
robo de joyas, mientras que a partir de los guiones de la edad de Bronze de Steve Englehart y otros, el Joker
prefiere organizar genocidios y anarquía en Gotham simplemente por el placer de hacerlo.

Vamos a saltarnos las dos
historias que vienen ahora (las comentamos más abajo) y nos vamos directamente
a la última para no perder continuidad, pues se trata de “El Retorno de El Joker”.
Solo dos días después de ser enchironado (aquí no había Asilo Arkham todavía) el criminal pintarrajeado se escapa y
prosigue su campaña de robos y asesinatos al por mayor. En esta historia busca
valiosos cuadros y collares de joyas que también codician, una vez más, los
mafiosos de medio pelo habituales. Esta aventura, que como podéis ver funciona
perfectamente como secuela a la anterior (Joker
vuelve a anunciar sus villanías a través de la radio) es aun más vertiginosa
que la primera, e incluye algunas escenas de acción soberbias, en las que ya se
nota que Jerry Robinson está
perfectamente asentado a los lápices y ha cogido una maestría sin precedentes
en los primeros y torpes esbozos de Kane.
Las peleas acrobáticas de Batman y Robin son dignas de lo mejor de Douglas Fairbanks y la definición y
gestos de todos los personajes tienen una dinámica inédita en los primeros
números. Entre estas peripecias la escena en que Joker escapa y usa su gas mortal con un grupo de polis, de cuyos
supervivienes uno de ellos intentará desenmascarar a Batman y arrestarle. Recordemos que aquí el murciélago aun es un
proscrito fuera de la ley y ni siquiera amigo del comisario Gordon aun (curiosamente sí de Bruce
Wayne). Pero bueno, aquí veníamos a hablar del payaso y en esta historia al
final… ¡¡moría!! Alguién en DC comentó que se cambiara la viñeta final y se
dejara claro que el Joker había sobrevivido a su autoapuñalamiento (ya hay que
ser torpe) en la pelea final con el murciélago. El enfermero se queda espantado
al comprobar en la ambulancia que el villano sigue vivo. Y es que los
responsables de la editorial no podían quitarse de en medio un personaje con
tanto potencial. ¡Y aquí estamos 80 años después celebrándolo!

Antes del otro plato
fuerte tenemos una historia no menos importante en “Los Gigantes del Dr. Hugo
Strange”, en la que el protagonista es el posiblemente primer gran
villano del héroe. El “mad doctor” clásico
de Batman en toda regla, con toques
a lo el Moriarty cinematográfico de George
Zucco y que llevaba haciéndole la puñeta a la humanidad ya desde Detective Comics. En este caso Strange vuelve a saltarse a la torera
el juramento hipocrático y experimenta con los zumbados de un asilo mental para
crear gigantes monstruosos que destruyan la ciudad todo lo que puedan. Esta
historia es famosa, aparte de por su diversión y toque de serial B a lo Republic o Monogram, por ser el perfecto ejemplo del sanguinario Batman de los comienzos. Al héroe no le
duelen prendas en usar la metralleta del Bat-Plano
para quitarse de en medio a todo bicho viviente usando la mítica frase: “Odio tomar vidas humanas, pero esta vez es
necesario”. Además el gran Matt
Wagner hizo un remake de esta historia en el 2000 y pico, lo que demuestra su
condición de clasicazo.
Y llegamos al otro punto
fuerte del número que nos ocupa en la primerísima aparición de Catwoman, la bella ladrona de joyas
reconvertida en antiheroína, muchas veces a su pesar, con los años. Luego se
haría un sexy traje, descubriríamos que se llama Selina Kyle y otras evoluciones, pero como en el caso del Joker las bases ya están excelentemente
plantadas en este número. Aquí no es más que una bella ladrona de joyas experta
en disfraces y que se hace llamar “The Cat”.
Y lo mejor de todo es que la acción es puro “noir”
clásico.
Para empezar transcurre en un translántico de lujo en el que
desaparecen unas codiciadas joyas. Robin se encuentra allí infiltrado como uno de los camareros investigando el asunto, de
avanzadilla antes de la llegada del murciélago como buen Watson (recordemos “El Perro de los Baskerville”). La
historia, aparte de Doyle, tiene
ecos Agatha Christie en toda regla,
al ser un auténtico “whodunit” en
alta mar con sospechosos, disfraces y falsos culpables para despistar. En este
caso otros gánsters ineptos que reciben unas buenas palizas del duo de héroes y
que son burlados por la disfrazada gata, que al final descubrimos que era la más
pacífica y dulce anciana de la tripulación. Mítico ese desenmascaramiento con
la frase de Batman “Quiet, or papa spank”, tras ponerle una
trampa digna de Holmes para
descubrir su culpabilidad.

Y en esta página final tenemos esas bases de las que
hablábamos. La Gata tienta al
murciélago con una vida criminal juntos. El feeling
es instantáneo, y al final Batman la
deja escapar de forma bastante evidente. Impidiendo a Robin ir a perseguirla incluso, poniéndose delante en plan “opps” (otro clásico de los primeros
encontronazos con la felina en el futuro, y si no veasé la reseña del Batman
#3 que colgué AQUÍ). En fin,
el comienzo de muchas cosas en unas pocas y entretenidísimas páginas. La
belleza de la señorita Kyle en
teoría está basada en una mezcla de Marilyn
Monroe y la mismísima Hedy Lamarr,
pero al ser declaraciones del granujilla de Bob Kane –que además dice que tomó bocetos de una jovencísima Marilyn al encontrársela posando en una
playa- tenemos que ponerlas en una cuarentena aun más severa que la actual.
En resumen, la edad
dorada de todos los personajes que nos ocupan. Y en algún caso sus raíces,
primeros pasos, génesis, origen… como queramos llamarlo. Pero pura historia
viva de la cultura pop, imposible de desbancar de los primeros puestos del
inconsciente colectivo 80 años después.